Cómo cuidar la piel sensible: 6 consejos imprescindibles

cómo cuidar la piel sensible

Enrojecimiento, descamación, picor, ardor o tirantez: estos son algunos de los principales síntomas que indican que tienes la piel sensible. La sensibilidad puede producirse de forma puntual, debido a ciertas agresiones externas, o te puede acompañar a lo largo de toda la vida. Sea como sea, es fundamental saber cómo cuidar la piel sensible para poder convivir con ella en perfecta armonía.

En este post, encontrarás todo lo que necesitas saber sobre la piel sensible y, además, las expertas de Alice in Beautyland, te dan las claves para cuidar este tipo de piel y evitar la aparición de sus principales síntomas.

Piel sensible: Qué es y tipos

La piel sensible es aquella que reacciona con mayor facilidad e intensidad ante a algunos agentes externos irritantes. La barrera de la piel está deteriorada y, por lo tanto, la piel está protegida.

Son muchas las causas que pueden provocar esta sensibilidad y, por ello, hay que aprender a distinguir entre los distintos tipos de piel sensible para poder dar con el mejor tratamiento. Aquí tienes los más comunes.

Piel sensible natural

Es decir, de origen genético. La piel es muy fina y clara. Suele ser seca y puede presentar enrojecimiento y descamación en algunas zonas del rostro.

Piel sensible reactiva

Es aquella que reacciona antes algunos agentes externos como pueden ser el frío, el sol, el viento, la contaminación o el uso de productos de higiene que pueden irritar la piel. El láser o el peeling químico también pueden provocar que la piel esté más sensible y reactiva.

Piel ocasionalmente sensible

O lo que es lo mismo, aquella piel que sufre alguna enfermedad como la dermatitis seborreica, la rosácea, el acné que reactivan la sensibilidad de la piel, por ejemplo, cuando se produce un nuevo brote.

Causas de la piel sensible

Son muchas las causas que provocan la sensibilidad. Conocerlas te ayudará a conocer tu piel y, además, te resultará más fácil encontrar el mejor remedio para paliar sus síntomas.

  • Sufrir algunas afecciones cutánea como, por ejemplo, la dermatitis atópica, dermatitis seborreica o el acné.
  • Alergia a algunos agentes externos o a ciertos ingredientes presentes en la fórmula de tus cosméticos.
  • Un desequilibrio hormonal, sobre todo, en la adolescencia, la menopausia, el embarazo o, incluso, durante el ciclo menstrual.
  • El envejecimiento de la piel provoca un desequilibrio en el pH. Además, con el paso de los años, la piel va perdiendo agua, provocando una mayor sequedad y sensibilidad.
  • Cambios de temperatura. El paso del frío al calor o viceversa no le van demasiado bien a la piel que se diga.
  • Algunos tratamientos médicos especialmente agresivos como la radioterapia, la quimioterapia o el uso de ciertos fármacos.
  • El estrés también es otro de los factores que hacen que la piel esté más sensible.
  • Y, por supuesto, la deshidratación.

Síntomas de la piel

La piel sensible se caracteriza principalmente por ser más fina, clara y por tener una apariencia un tanto frágil. Además, existen algunos síntomas que te harán identificarla claramente.

  • Enrojecimiento o cuperosis.
  • Erupciones en la piel.
  • Sequedad y aspereza.
  • Sensación de picor y tirantez.
  • Descamación.
  • Hinchazón.

Si padeces alguno de estos síntomas, tu piel es sensible y necesita unos cuidados específicos. Aquí, además, hay que recalcar lo de «cuidados específicos». Hay que tener mucha precaución con lo que se usa cuando se tiene la piel sensible porque una mala elección podría empeorar aún más el estado de la piel.

Además de escoger los tratamientos cosméticos más adecuados, también es fundamental que tengas en cuenta los consejos de las expertas de Alice in Beautyland para mantener tu piel en calma.

cómo cuidar la piel sensible

¿Cómo cuidar la piel sensible?

Aquí tienes algunos consejos fundamentales que debes tener en cuenta si quieres cuidar y tratar la sensibilidad de la piel; además de combatir sus molestos síntomas.

1. Hidrata la piel en profundidad.

Durante el invierno, el frío y el viento pueden deshidratar la piel y, una vez llega el verano, lo mismo pasa con el sol, el calor, el cloro o el agua del mar.

Es muy importante que mantengas la piel hidratada independientemente de la época del año en la que te encuentres. Por ello, procura usar los productos más suaves y emolientes que encuentres, aquellos que eviten la pérdida de agua y que contengan ingredientes hidratantes naturales testados dermatológicamente para pieles sensibles.

2. Limpia la piel con delicadeza.

Algunos limpiadores faciales ofrecen una limpieza rápida y profunda, pero contienen ingredientes muy irritantes que pueden alterar el manto lipídico y generar un efecto rebote. Procura evitarlos y opta mejor por otro tipo de productos más suaves especialmente indicados para pieles sensibles.

3. Elige tratamientos de medicina estética adaptados a tu piel.

Algunos Alfa-hidroxiácidos pueden ser muy irritantes para tu piel, así que, si quieres hacerte un peeling químico, recurre a un profesional que te recomiendo el ácido y la concentración más adecuados para ti. También sé precavida con el láser.

4. Controla tus hábitos.

Intenta ser consciente de tus hábitos. Evita tocarte a menudo la cara cuando te sientes estresada o agobiada, porque esto podría producir infecciones acneicas. Además, recuerda beber agua durante el día y sigue una dieta rica en alimentos frescos y de temporada. Cuanto más color haya en tu plato, mejor.

5. Cuidado con el sol.

El sol es necesario para sintetizar vitamina D: puedes y debes tomarlo. Eso sí, es mejor que evites las horas centrales del día y te apliques un protector solar SPF50+ para proteger la piel del sol. Si tu piel es sensible, es importante que contenga filtros físicos (dióxido de titanio y óxido de zinc-) porque se quedan en la superficie de la piel sin penetrar en ella.

6. Presta atención a tu piel

La piel nos manda señales, pero muy pocas veces sabemos interpretarlas. Las incómodas expresiones de la sensibilidad suelen aparecer ante situaciones de estrés. En su libro “The Telomere Effect”, la bioquímica Elisabeth Blackburn (Nobel de Medicina en 2009 junto a Carol Greider y Jack Szostak por su descubrimiento de la telomerasa), explica sus investigaciones sobre cómo influyen decisivamente nuestros hábitos de pensamiento y emociones en el estado de los telómeros de nuestras células. Así que cambia el chip y trata de percibir ese estímulo estresante como un desafío en lugar de como una amenaza; así estarás equilibrando y reduciendo los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y protegiendo la producción de queratinocitos, fibroblastos y colágeno de la piel. Stay positive my friend!

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