La Vie est Belle L’eau de Toilette de Lancôme


Desde su lanzamiento en 2012, La vie est belle ha seguido reinventándose pero, a su vez, manteniéndose fiel a su constante búsqueda de la felicidad.

Primero fue La vie est Belle L’Eau de Parfum, después La vie est belle L’Eau de Parfum Légerè y ahora La vie est belle Eau de Toilette.





Una fragancia que es fruto de la unión entre dos de los mejores perfumistas, Anne Flipo y Dominique Ropinon, que han creado para Lancôme la primera magnolia apetitosa.

Todo el perfume gira en torno a esta flor originaria de las regiones húmedas y boscosas del Extremo Oriente y que es considerada como un símbolo de la nobleza y de pureza en numerosas culturas.

Una flor en apariencia frágil que esconde en su envoltura de flores un inmutable deseo de vivir y cuyos tépalos van del blanco puro al rosa.

Por cierto, no es que me haya equivocado y escrito tépalos en vez de pétalos.

La Magnolia no está compuesta por sépalos ni pétalos, sino por tépalos.

Unos tépalos que, según cuenta la leyenda, en el siglo XVIII llamaron la atención de un botánico que, trás transportó este árbol-flor sobre el puente de un gran velero para llegar a Europa y plantarlo en el invernadero de un castillo.

Pero pronto fue olvidado y no volvió a florecer.

Hasta que la esposa del dueño del castillo tuvo la idea de replantarlo en el exterior y el sol devolvió la vida a este árbol que volvió a florecer.

Por ello, la magnolia convierte a La vie est belle L’Eau de Toilette en una fragancia luminosa, impregnada por los primeros rayos de sol, que representa la libertad y la felicidad.

Acompañan a este corazón floral, armonizado con el iris pallida, el absolutod de flores blancas y la esencia de pachuli, dulces almendrados con suaves acentos de vainilla, praliné y algodón de azúcar mezclados con haba tonka.

Y como resultado tenemos esa magnolia tan apetitosa que da vida a una fragancia más fresca, ideal para la llegada del buen tiempo.

Y, si el perfume es una joya, ya ni que decir del frasco.


Un frasco que ha sido creado por Catherine Kruna y en el que está representada una vez más la sonrisa de cristal.

Pero, en esta ocasión, es una sonrisa aún más profunda y radiante si cabe, que se estiliza y eleva con frágil delicadeza.

Una delicadeza que también está plasmada en las dos ligeras alas que adornan su lazo de organza blanco irisado.

En cuanto a la campaña de publicidad, una vez má


s la elegida ha sido la actriz Julia Roberts, calificada como «La sonrisa de América» y que, por ello, es la más indicada para representar esta fragancia que es un homenaje a la sonrisa y al sentimiento de felicidad que esconde.



¿No os parece?

¿Con cuál de las tres versiones de La vie est belle os quedáis?







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